sábado, 18 de febrero de 2012

El aristócrata / the aristocrat

Málaga, roofscape
El viejo edificio parece arrugar la nariz en desaprobación ante los toscos modales de sus jóvenes vecinos.
Su decadente altivez de aristócrata contrasta vivamente con la ramplonería imperante en el vecindario.

"¡Urbanidad!", parece reclamar con voz autoritaria desde el escamoso cupulín que remata la esquina. Una palabra en desuso que tiene resonancias oscuras en nuestros días. De cualquier forma, nadie parece escucharle, pendientes como están todos de sus apremiantes asuntos mundanos.

Y, sin embargo, como buen anciano que es, tiene muchas lecciones que enseñarnos si sabemos escucharle.
El exquisito refinamiento con el que parece doblar la esquina, por ejemplo; nada que ver con la manera en la que el colindante proclama su función hotelera, a voz en grito.
O la cortesía con la que nos orienta, señalándonos el norte, en caso de que nos hayamos extraviado. En un alarde de amabilidad incluso nos indica la dirección del viento; sus vecinos, en cambio, hacen un aparatoso alarde de tecnología. Del mismo modo que alguien que en una reunión desenvainase el móvil y comenzase a hablar en un tono de voz desconsideradamente alto, éstos exhiben sus antenas de TV o sus unidades de aire acondicionado de una manera totalmente descarada y ostentosa, ajenos a cualquier desaprobación que pudieran suscitar.

Que todo cambie para que todo siga igual, era el lema del príncipe de Salina en Il Gattopardo, su estrategia para adaptarse y sobrevivir en un mundo cambiante. Temo que nuestro aristócrata sea ya demasiado viejo para adaptarse a su cambiante entorno. Y que éste sea demasiado insensible como para asimilar las sabias enseñanzas del venerable maestro.

A fin de cuentas, si miramos desprejuiciadamente el significado de urbanidad en el diccionario, vemos que significa: Cortesanía, comedimiento, atención y buen modo. Nada más y nada menos.


The old building seems to wrinkle his nose in disapproval of the rude manners of his young neighbors.
His haughty decadent aristocrat contrasts sharply to the prevailing vulgarity in the neighborhood.


"Civility", he seems to claim in an authoritative voice from the squamous cupola that crowns the corner. A disused word today. However, nobody seems to listen, busy as they all are with their pressing worldly matters.

And yet, as good old it is, has many lessons to teach us if we listen.
The exquisite refinement in which he turns the corner, for example, nothing to do with the way in which the adjacent hotel proclaims its function, loudly.
Or the courtesy with which we are guided by him, pointing north, in the event that we have lost. In a display of kindness he even indicates the direction of the wind; their neighbors, however, make an ostentatious display of technology. Just as someone in a meeting taking his cell phone out and speaking in a loud voice thoughtlessly, they exhibit their TV antennas or air conditioning units in a completely blatant and ostentatious manner, unrelated to any disapproval that might raise.
If we want things to stay as they are, things will have to change, was the motto of the Prince of Salina in Il Gattopardo, its strategy to adapt and survive in a changing world. I fear that our nobleman is too old to adapt to its changing environment. And its neighborhood is too insensitive to assimilate the wisdom teachings of the venerable teacher.
After all, if we look at prejudice, the meaning of civility in the dictionary, we see that means: courtesy, politeness, attention and good way.

16 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Yes! old but handsome and elegant, don't you think so?

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  2. Sigo pensando el tema. En realidad, detrás de cualquiera de los dibujos (mírate tus dibujos) hay siempre una narrativa como la de la extraña pareja de la entrada anterior -que por cierto, vuelve a ser ésta de hoy: el extraño emparejamiento del aristócrata y los edificios plebeyos... emparejamiento que ya está en el edificio singular solo, apareado con no menos plebeyos andamios...-. El dibujo simplemente dejamos que se defienda solo, pero si le ponemos ese texto debajo, subrayamos elementos que de algun modo ya llegaban al espectador, y de algun modo ya habían llegado al autor que había decidido esa perspectiva, tema, tratamiento... Habrá que explorar las posibilidades de este tipo de poesía y tendrás que mantenerte muy atento a no abusar de ella y que texto y dibujo no pierdan la complicidad. El otro día veía una exposición con textos, pero hoy veo un libro muy original sobre Málaga. (Apúntame un ejemplar para cuando sea).
    Saludos.

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    1. Carlos, no sabes cómo te agradezco tus reflexiones sobre mis dibujos (y textos) Entiendo el riesgo que mencionas, habrá que estar atento...
      Por cierto, ¡Te apunto un libro!
      Un saludo.

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  3. Gracias por el dibujo y gracias por el diálogo entre arquitecturas de dos tiempos. Cada cual que saque sus propias conclusiones sobre qué paisaje urbano queremos en nuestro centro histórico. Saludos.

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    1. Gracias a ti por el comentario, Anton.
      El de la imagen es más bien es un diálogo de sordos, como digo en el texto, pues si uno de los dos no quiere escuchar, la conversación es imposible. El civismo -esa urbanidad a la que aludo en el texto- también existe en la construcción de la ciudad, en el sentido de integración, sensibilidad y respeto a los que nos rodean, lo cual no tiene porqué implicar una renuncia a nuestra personalidad. Un saludo.

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  4. Luis, de nuevo nos haces pensar en aquellas “cotidianeces” que nos hacen recordar aquello que tenemos delante y que posiblemente no se nos habría ocurrido en esos momentos. Tus pensamientos tienen toda la razón...pero es la cruda realidad. No hemos sabido proteger aquello tan artístico, hermoso o no, pero con arte y hemos dejado que la especulación y la vulgaridad se hayan colocado descaradamente delante o a su lado, no importándoles la sinrazón que producen.
    Cuando me paseo por el Paseo de Gracia de Barcelona (no sé si conoces), acuden pensamientos parecidos por mi cabeza y a veces me entran ganas de llorar. Es así! Especialmente en este país que no hemos sabido frenar esa especulación desenfrenada...
    Fantástico dibujo!
    Gracias por hacerme pensar. Un abrazo.

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    1. Gracias Joshemari por tu visita y por tus atinados comentarios. Cuando yo estudiaba siempre hablábamos de los años del desarrollismo y sus atrocidades urbanísticas. pero ha pasado el tiempo y no hemos aprendido casi nada...
      Un abrazo.

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  6. Por añadir algo a los mas que estupendos comentarios, decir que mas que plebeyos a veces estos aristócratas edificios se ven rodeados de "Nuevos Ricos" que pretenden mas de lo que son y son menos de lo que pretenden...
    El dibujo y el texto hacen un duo fantástico.

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    1. Pues sí, pero el anciano elegante sigue siendo un referente, por mucho que rabien susvecinos.
      Gracias y un abrazo.

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  7. Luis, yo también creo que deberías hacer un libro con una selección de tus dibujos y acompañarlos con este tipo de comentarios, porque les dan una vida enorme. Parece que la ciudad está viva de una forma diferente.

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    1. Hola, Gracia. Te agradezco mucho la sugerencia, ¿crees que quedaría bien? Pienso que a veces asociamos la palabra ciudad a un montón de hormigón y ladrillos tiznados de hollín contaminado; para mí más bien es el punto de encuentro entre las personas... entre nosotros, pero también con quienes nos han precedido. Un saludo desde España.

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  8. De la etimología de Urbanidad... parece deducirse que hubo un tiempo muy muy lejano, donde/cuando los habitantes de las "urbes" (y por tanto sus edificios, también) hacían gala de mayor cortesía (y por tanto, atención, respeto, cultura, elegancia... )
    Acaso de esa vieja "urbanidad", algo quede en algunos pueblos...
    Gracias por el dibujo y la reflexión, Luís.

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