Amaneció un día cálido con un sol resplandeciente. Parecía que la primavera había llegado.
No se podía dejar pasar la ocasión de disfrutar de una excursión campestre. Así que nos encaminamos en familia hacia el Arroyo Hondo, delicioso lugar con cauce de agua abundante y cristalina, con el aliciente de ser atravesado en algún punto por el acueducto de San Telmo.
Estupendo día también para llevar el cuaderno. Mientras la prole exploraba las inmediaciones, bajo la mirada vigilante de su madre, yo esbozaba el dibujo que encabeza este párrafo.
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